MIRLO NEGRO
Todos los que hemos tenido la suerte de perdernos solos por la noche en un bosque del norte (en mi caso por un buen intencionado vecino del pueblo de mi padre), comprendemos y admiramos la fabulosa mitología que se genera al rededor de estos espacios, pues caminando a solas con la unica luz de la luna y las sombras de los arboles, los sentidos traicionan a la razón y emergen reales todos esos trasgos, brujas cuelebres y güestias de los que tanto nos hablaron nuestros abuelos, seres introducidos en nuestros subconsciente como semillas, que con paciencia encontraron el momento adecuado para germinar, y hasta la compañía de un pequeño mirlo que curioso observa nuestro erratico caminar se torna incomoda, pues la soledad y el miedo tiende a humanizar todo lo que vemos. Pero si las bestias son humanas... ¿Nosotros que somos?.Este relato imita sin tapujos el estilo de los autores románticos y góticos del genero fantástico de terror, en especial Poe y Becker. Y aún sin considerarlo uno de mis mejores cuentos, posiblemente ha sido uno con los que más he disfrutado durante su proceso creativo, pues este género exige al autor la capacidad de retorcer el lenguaje sin anudarlo para poder crear la atmosfera siniestra que caracteriza a este estilo. A lo que a demás hubo que sumar el reto de centrarse en una temática limitada en un estilo concreto (en este caso el día de Todos los Santos dentro del género Fosco)
Tal fue la dedicación que no llegué a concluirlo hasta mucho tiempo después de haberse agotado el plazo de presentación del concurso al que estaba destinado, razón por la que quedó olvidado en una carpeta de mi escritorio, pero aún así me muestro contento de haberle podido dedicar un poco más de tiempo y no haberme precipitado en su conclusión por ceñirme a un calendario.
Señores y señoras espero les inquiete:
MIRLO NEGRO
Abro la mano
y la polilla eleva malherida un torpe vuelo hacía un cielo oscurecido por sombras
de tormenta. Pegada a mi piel, los rastros polvorientos de sus alas y el acre
olor de la planta donde fue capturada.
Hundo mi
memoria en el recuerdo mientras soy
observado por un mirlo negro que apostado al cubierto de un helecho espía sin
vergüenza el errático ir y venir de mis
pasos, por lo que antes era un camino, luego fue un prado y ahora es un bosque
de añejos robles y huecos castaños.
- ¿Dónde vas
alma en pena en Día de Difuntos? me pregunta el mirlo apostado en su escondrijo.
- Tétrica fantasía
de mi mente enferma, vuelve al oscuro rincón de mi cerebro, ahí donde vives, y
haz compañía a mis otros delirios, que sin ti, seguro se sienten solos- le
contesto sin devolverle la mirada.
Aparto
ramas, me araño, me duele y me fallan las piernas mientras anochece y las
sombras se alargan. A través de la maleza percibo el perfil de la montaña
y al otro lado del valle las luces en
las ventanas que una a una van perfilando las casas.
Lucho por avanzar
a través de la espesura hasta que la oscuridad me rodea con su manto y soy
incapaz de dar un paso más, temeroso de caer en alguna grieta o quizás en algo
peor.
Oigo un
zarandear de hojas secas a mi espalda y a continuación un aleteo juguetón.
-¿Dónde vas alma en pena en Día de Difuntos?, me pregunta mi perseguidor.
Fantasía
cobarde, aprovechas el cansancio de mi cuerpo para atormentar mi alma, pero me
han enseñado a ignorarte y eso haré por mucho que preguntes.
El mirlo se
calla cuando la luna asoma por detrás de la montaña y baña con su color plata
el bosque. Veo una polilla aletear cerca de mí. La cazo al vuelo, siento como
se retuerce en mi puño golpeando con sus alas el hueco de mi mano, visualizo
como el pequeño espacio se comprime hasta que no es capaz más que de respirar. Aumento
la presión y siento su pequeño corazón latir furioso contra mi palma. Un poco
más y su cuerpo explota como un globo en las manos de un niño. Aflojo la presa
y veo el cadáver caer inmóvil al suelo. El polvo de sus alas cubre de manchas
blancas mi ropa negra.
Camino un
poco más y encuentro un claro en el bosque. Dentro caminan en círculo almas en
pena que con huesos encendidos por cirios recogen los cantos de las plañideras…
O tal vez solo sea otra jugarreta de mi mente enferma. Salgo de mi refugio. Me
cruzo con ellas y aunque miro al frente intuyo sus formas cadavéricas. Una me
corta el paso y mira con ojos vacios la cuenca de los míos. Un duro golpe me
precipita contra el suelo. Ahora solo veo los huesudos dedos, pero oigo
perfecta su advertencia: “Alma en pena, deja de vagar y haz tu faena, que hasta
en el día de los Fieles Difuntos tenemos trabajo por realizar”
No puedo
ignorar el dolor del golpe y aterrado lanzo mi carrera ladera abajo intentando
encontrar un camino que me lleve al pueblo, cuando con estrépito, tropiezo con
un tronco añejo y doy con mis fauces
contra el suelo. Y ahí posado, el mirlo
negro - ¿Dónde vas alma en pena en día de difuntos?-
-¿Acaso son
tus asuntos?- Le pregunto enfadado olvidando el consejo de los sabios.
-El mirlo
mantiene fija su mirada postrada en mi alma, y repite reticente la pregunta
hiriente.- ¿Dónde vas alma en pena en día de difuntos?.
Me siento en
el tronco culpable de mi derribo y miro desafiante al córvido. -Sé de sobra que
estoy vivo por lo que tu pregunta sobre el alma en pena no me atormenta, déjame
seguir en silencio mi camino que bastante me aturde este bosque sombrío como
para soportar las monsergas de un ave negra.
- El mirlo
se acerca aventurero hasta mi posición …
–Aaalma en pena, se han conjurado contra ti, las fantasías y la luna
llena, pero sabes de sobra que en días de santos, de noche ningún vivo camina,
¿Aún no te has preguntado quien te guía?
Mantengo la
mirada fija del corvido que desafiante me invita a reflexionar, pero decido en
un momento de lucidez enferma que lo mejor es volverlo a ignorar. Me incorporo
y prosigo mi camino en dirección al pueblo. No pasó mucho tiempo cuando volví a
encontrarme con el Mirlo, que ahora perseguía otra polilla, la escena era
rápida, y el insecto conseguía burlar los picotazos del ave que ansioso buscaba
algo con lo que llenar su negra panza. Finalmente la perseguida termina
estrellando su vuelo contra una de mis piernas, aturdida cae al suelo y
revolotea boca arriba. Mi sandalia se posa lenta sobre la presa, articulo el
tobillo y siento crujir el cuerpo bajo mi peso, miro mi pie a través de los
huecos del calzado y donde debería haber carne y piel solo veo el desnudo
hueso.
-¿Ya te has
dado cuenta de quién eres alma en pena?- me pregunta paciente el mirlo mientras saborea
su fácil presa.
- Sé de
sobra que estoy vivo, y que el hueso desnudo solo es fruto de mi delirio- le
contesto tranquilo mientras muevo curioso los dedos.
Cerca veo ya
el pueblo. Sus formas se perfilan bajo la luna llena, perfil tupido por el humo
que sale de las chimeneas. Las casas descansan al pie de una montaña cubierta
de nieve desde su base hasta la cima. Oigo el susurrar masoca de las
plañideras, que tras volver del cementerio lloran el recuerdo amargo de los
muertos.
El camino es
ancho. La nieve fundida ha dado paso a un barro que mancha mi larga túnica negra
dos palmos sobre el suelo. Acorto el camino atravesando un campo que descansa
en barbecho y llego directo hasta la entrada del pueblo.
Ventanas
iluminadas por luces tintineantes de
lámparas de aceite, olor a leña quemada. Respiro la tranquilidad de la gente
que dentro de las casas charla sobre los que ya no comparten el calor del hogar
ni el sabor de la cena. Arrastro mi cuerpo cansado por las calles oscuras hasta
asomarme a una ventana buscando una cara conocida.
Aunque el lar
calienta la estancia y los platos están servidos, todo está vacío. Solo las
polillas vuelan en círculos alrededor de la lumbre. Confuso acudo a otra casa y
al mirar por la ventana la misma escena macabra. Platos servidos, olor a leña,
la nieve que descansa sobre la montaña pero ni
una sola alma.
¿Ya sabes
quién eres alma negra?– Me pregunta el mirlo que apostado en una ventana
aprovecha el calor que se irradia desde el interior. Entonces todo cuadra y lo
comprendo. Dejo volar libre mi delirio y me aposento sobre el campanario del
pueblo.
Miro con
cariño al mirlo, fiel compañero que comprende con infinita paciencia a mi alma
enferma. Levanto mi huesuda mano y desprendo la mole de nieve que se ciñe sobre
el pueblo. Oigo los gritos y el devenir de las casas arrasadas por la avalancha,
pero todo termina rápido. Ya solo quedan enterradas bajo el hielo compacto las
condenadas almas que pronto terminarán por morir ahogadas.
Todos los
años la misma historia – dice mi compañero el Mirlo mientras disfruta de la
abundante comida -
No te puedes
imaginar cómo me afecta el canto de las plañideras- le respondo mientras me
limpio la túnica negra-
-Ya son
demasiados siglos juntos como para no perdonar el desvarío de un viejo amigo- responde
tranquilo mi fiel compañero el mirlo.
Muy bueno... ¿Que son las polillas? C.r
ResponderEliminarHooolaa... no te había reconocido con ese anónimo... efectivamente las polillas representan algo... pero eso lo dejo a la interpretación de cada persona...
ResponderEliminarcomo se llama el autor
ResponderEliminarHola y muchas gracias por tu interes: Todos los cuentos y algunas ilustraciones son de mi propia cosecha. Me llamo Alejandro Rodríguez.
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