Enelimaginario

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lunes, 11 de agosto de 2014

DE TRABAJADORES SOCIALES Y ACEITE DE ROMERO


 
 
La auxiliar me lo había confirmado; no podría llegar al domicilio hasta las cinco y media. Sin ganas de perder otra hora en un bar leyendo el periódico por enésima vez me adelanté con la intención de ir preparando el papeleo necesario para empezar el servicio.

Lo que los expertos denominarían “paisajismo” estaba excepcionalmente cuidado.  Una prolífica huerta daba  paso a una serie de jardines con plantas, propias y foráneas, que tupían de frescas fragancias el ambiente. La fachada se perfilaba de motivos florares que nada desdecían a la multitud de carretillas, lecheras y otros enseres reciclados como macetas.

No es extraño que se nos reciba con cierta desconfianza. Que un hombre corpulento y barbudo llame a la puerta de una casa aislada suele generar el recelo de su inquilina, pero en este caso, María abrió la puerta sin mostrar el más mínimo temor. -¿Y tu quien eres?- Preguntó por la directa ataviada con una fina bata de tacto brillante que dejaba entrever lo suficiente como para generar cierta incomodidad.